para una práctica entre varios
SECCIÓN CLÍNICA DEL INSTITUTO DEL CAMPO FREUDIANO Grupo de investigación para una Práctica entre varios
miércoles, 15 de abril de 2015
miércoles, 8 de abril de 2015
miércoles, 11 de febrero de 2015
Comentario al texto La Institución, encuentro determinante para el niño
Lectura del texto de B e r n a r d S e y n h a e v e :
L a i n s t i t u c i ó n , e n c u e n t r o d e t e r m i n a n t e p a r a e
l n i ñ o .
Seynhaeve cita a Eric Laurent en su
texto: la Lettre Mensuelle 121, en relación con la creencia neurótica de que:
“es su consciencia la que crea la serie de leyes” o de que “el Otro con quien
se relaciona, es el de un determinismo que lo aligera de su deber”. El
analizante, al escribir su historia al hilo del análisis, puede llegar a la
misma conclusión: 'cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual'. Sin
embargo, refiere la propuesta de Laurent según la cual es lícito rehusar la
implicación de un determinismo universal, inscribiendo el futuro como un
conjunto de posibles. Hacer que el sujeto localice el mal encuentro con el
objeto. Cita nuevamente a Laurent: “El real se agrega o se transforma en efecto
de una estructura de encuentro, de una tyche que implica al sujeto.” Que le
permite ubicar la manera en que “es tomado en su ser por el orden simbólico” y
destituir el “ya estaba escrito” y al sujeto supuesto saber.
En la psicosis no
hay destitución posible del sujeto supuesto saber porque el sujeto parte de la
certeza, no de la suposición. El sujeto psicótico hace un esfuerzo permanente
por ponerse a salvo del Otro. No tiene otra elección posible que la de la
regularidad de su existencia. Seynhaeve presenta los dos casos siguientes en el
contexto de una pregunta por el margen de maniobra posible para un sujeto
psicótico.
Caso Nora. Nora, de 14 años, se
muestra indiferente, “neutra” con su padres. Por decisión judicial, vive con
una familia de acogida. Ha debido dejar la escuela por su comportamiento: roba,
falta a clases, molesta a personas en la calle, se sube a sus coches.
Encuentra excusas para no comer: no
tiene cuchillo, no tiene tenedor; incluso, no tiene vecino. El padre ve en ello
una oposición. Ella dice que no come porque 'la rezongan'.
En la entrevista que sostiene con
Seynhaeve, Nora pregunta insistentemente: “¿Cómo se hace para cambiar de
familia?” Ante la emergencia social, se la admite inmediatamente a la
institución, bajo la hipótesis de un diagnóstico de histeria sostenido en el
relato de su padre y en su anorexia. Se preguntan si juega con el rehusamiento
de los alimentos como si se tratara de su deseo. En la lectura retrospectiva
del caso, Seynhaeve advierte que toman la demanda de Nora a la letra. Una vez
en el Le Courtil, ella tiene dificultades para dormir, dice que alguien la
molesta de noche. Oye gritar en su cabeza, pide que dejen de hacer ese ruido.
Durante los talleres, dice que “hay que tirar” sus producciones y lo hace. Acto
seguido, pregunta: “¿Quién tiró eso?” “Hay que guardarlo.”
Nora no se muestra dividida como un
sujeto neurótico, no se muestra hesitante ni tampoco se interroga por el deseo
del Otro al romper su trabajo. Está dividida entre dos voluntades por el
imperativo contradictorio: tirar / guardar. Va quedando atrapada en este
tirar-guardar, en un ir y venir inscrito en lo real. Esto aparece en acto y las
salidas se le van haciendo primero penosas y después imposibles. Empieza a
rehusarse a volver a casa los fines de semana y se le encuentra un lugar en la Maison
de Weekend,
para pasar los dos días de asueto. Con el tiempo, pide quedarse sola en su habitación
los fines de semana y comienza a vivir todo cambio de entorno como
persecutorio. Hay un rechazo masivo del Otro que la lleva progresivamente a
negarse a ir a casa, a la Maison de Weekend, a la escuela y a participar en las
actividades del centro. En estos momentos, Nora se pierde, yerra, escapa de la
institución sin ningún sentido del peligro. Hay una degradación continuada de
su estado y es hospitalizada. Deja le Courtil para entrar en una institución de
orientación pedagógica, a todos efectos autoregulada. Al despedirse dice:
“Vuelvo a casa”. Hay un retorno a la pregunta original, que no ha podido
elaborar: “¿Cómo se hace para cambiar de familia? No quiero quedarme en casa de
mis padres, quiero quedarme aquí incluso el sábado y el domingo.”
Seynhaeve se pregunta por las
posibilidades que se hubieran abierto si el caso se hubiera tratado de otra
manera. Si se hubieran efectuado una serie de entrevistas preliminares en un
intento de movilizar la demanda. Si en el traslado entre casa e institución se hubiera
podido instaurar una pulsación en el real de ese ir-y-venir. No puede saberse
dice, pero el diagnóstico hubiera sido otro que el de histeria.
Caso Nicolas. Nicolas tiene 8 años y
sus problemas comienzan con el regreso a clases. Recibe insultos en la escuela:
“Vé a joder a tu abuelo” y fuera de ella, camino a casa. Se entendía muy bien
con su abuelo, quien murió semanas antes. La dimensión creciente de los
insultos hace que le sea insoportable permanecer en la escuela. Pide con
insistencia ser admitido en le Courtil y recibe decepcionado la negativa de una
aceptación inmediata. En la escuela, tiene problemas para integrarse, molesta
al grupo y se lo define como un niño que puede ser violento y que injuria a los
demás. El tiempo de espera que determina Seynhaeve, responde a la urgencia de
desanudar la relación entre la muerte del abuelo y los insultos; se trata de
que no se reproduzca en la institución lo que ocurre en otros sitios. Nicolas
acepta la propuesta de lectura de su demanda como el anhelo de ponerse a salvo
del hostigamiento del Otro. Conviene en tratarla con Seynhaeve, en una serie de
entrevistas preliminares.
Nicolas precisa la naturaleza de los
insultos que recibe: provienen solamente de niños cuyo nombre termina en
___chel. No obstante, en una ocasión que es insultado en el supermercado,
encuentra que sólo hay mujeres cerca. Reaparece entonces con insistencia su
demanda inicial. Una vez admitido en la institución, llega con la foto de su
abuelo. Constata con alivio que ahí no lo amenazan ni le pegan. Sin embargo, él
asume una posición de amo tiránico; amenaza y se muestra agresivo con sus
compañeros. Para poner fin a esta situación, se lo envía dos días a casa, con
el siguiente mensaje: “Esto debe cesar, es absolutamente indispensable que aquí
no se amenace ni se pegue a los
niños.” Se sitúa el goce en el lugar del Otro; diciendo 'no' al goce, sin
apuntar a la persecución del sujeto.
Nicolas hace una elaboración propia,
que lo lleva a convertirse en el policía de la institución. Puesto que todo
fallo lo remite al deseo del Otro, se aboca a completarlo asegurando el
cumplimiento literal de las reglas institucionales. Su identificación al amo
absoluto y tiránico lo sitúa en una posición de excepción, en tanto es quien
enuncia la ley y vigila su ejecución a la letra. Esto le ofrece un escape al
goce intrusivo del Otro. Ya no habla de sus fenómenos elementales, pero paga su
alivio con la dificultad de integrarse a la institución.
El interés por el taller de 'como
si' y su sensibilidad a la argumentación, abren posibilidades para hacer de la
Ley algo menos tiránico y caprichoso. Siguiendo una lógica propia, Nicolas se
pregunta por el Director de le Courtil: si participa en un taller ¿es director
o interviniente? ¿recupera su calidad de director cuando termina el taller?
Esto le permite modular su intransigencia. Pide un horario que documente la
organización de su tiempo, lo cual lo pone al abrigo de la sorpresa y de la
angustia. La sujeción al universal de este horario lo libera del capricho del
otro, pero posibilita la introducción de modificaciones. En el taller de 'como
si' juega un rol 'escrito en algún
lugar', que requiere de un vaciamiento de su deseo para intepretarlo. Esto lo
pacifica. Se le propone ser 'el mayordomo' durante las comidas, en vez de ser
'el policía'. Esto introduce para él la cordialidad que, le aseguran los
intervinientes, es característica de los mayordomos.
Nicolas obtiene un margen de
maniobra en el deslizamiento entre la función de policía -portador de la Ley y
encarnación del significante- y el rol, en el que porta las insignias que le
permiten representar al Otro. El 'como si' introduce una especie de división
subjetiva. El semblante abre el campo de lo imaginario. No es preciso ya que
encarne el significante amo, puede hacerse representar por el significante. De
tener un mueble-oficina porque “él es quien manda”, pasa a ser “un maestro
porque tengo un escritorio”.
En la neurosis, de lo que se trata
es de indicar al sujeto en qué debe rendir cuentas sobre su posición en el
orden simbólico y sobre su implicación en el mal encuentro. Hacer caer la
ilusión del Otro como determinante de la historia por venir y abrir la
ramificación existentente de S1 a toda una serie de S2 posibles. En la psicosis
se trata de posibilitar el movimiento mismo, de constituir una linealidad de S1
para dialectizar de alguna manera el significante amo al que se encuentra
identificado el sujeto. Lo que pacifica a Nicolas no es tanto que hacerse
representar por el significante 'mayordomo' resulte más soportable, más acorde
al principio de la realidad; sino la posibilidad misma de poderse deslizar bajo
otro significante. Entre más deviene posible un nuevo S1, menos imperiosa
resulta la necesidad del sujeto de desacompletar al Otro en lo real. Una vez
admitida Nora, ya no pudo introducirse ese latido que quizás le hubiera
permitido hallar un segundo significante.
Seynhaeve retoma el planteamiento
sobre el destino bajo la siguiente fórmula: “...en la neurosis, que una
pregunta sea posible para que se abra el campo de futuro a una multitud de
posibles. En la psicosis, que una respuesta sea posible para iniciar el
movimiento que debe des-fijar al sujeto del significante.”
Soledad Szekely
R e f e r e n c i a
Seynhaeve, B. (Noviembre 1994). L'institution,
rencontre déterminante pour l'enfant. En Destin du sujet. Feuillets du
Courtil (10): http://www.courtil.be/feuillets/f10.htm
lunes, 28 de abril de 2014
Comentario de lectura 23 de Abril de 2014
Lectura del
capítulo 5
del libro
La batalla del
autismo de Eric Laurent
Por
Vanessa Postigo
“El
traumatismo
de
la
lengua”
En
este capítulo Eric Laurent expone
la diversidad de
maneras en
que los
sujetos autistas extraen algo
del cuerpo
para que
pueda entrar
en su
lugar otro
elemento (de
la lengua
del mismo.) Estos
objetos pueden
ser sonidos, actos
o acciones con
los que
el sujeto autista desplaza el
borde, es
decir, estos
objetos le
están ayudando en
la construcción de
un acceso
a otros
espacios subjetivos.
Re-iteración del Uno.
Se
plantea la
lectura del
Uno del goce de
Miller para
entender el
nuevo abordaje del
autismo des
del psicoanálisis.
Para
ello da
unas pinzeladas a
la clínica diferencial del
autismo y
la psicosis.
ñ Planteando
la psicosis como
una ruptura de
la articulación entre
el S1
y el
S2, es
decir, como
una descomposición de
los mensajes. Se habla de
fenómenos estructurados como
mensajes, perturbaciones u obstáculos identificados (término atribuible a
Kraepelin,) o
“mensajes interrumpidos” como en
el caso
Schreber, donde
Lacan [1]
explica este
fenómeno de
mensaje como:
“la frase que se interrumpe en el punto donde termina el grupo de las palabras que designan una función del significante (o
de la
posición del
sujeto a
partir del
mensaje.)”
ñ Por
el lado
del autismo se
plantea que
la interrupción del
mensaje no
se reconoce. En
el autismo se
trata de
la repetición del
significante Uno,
del S1,
que provoca un
efecto de
goce. Es
decir, hay
un goce
en la
repetición S1,
S1, S1...
Una
iteración en
terminología de
Miller, iteración fuera
de sentido que
cumple la
función de
reducir la
angustia.
Este
poder “extraño” de
las palabras se
explica por
la fuerza de
esta iteración, ya
que el
Uno de goce no
se borra
en el
sujeto autista, haciendo que
toda palabra provoque terror, al
no haber
borramiento que
pueda mermar
esa marca
del acontecimiento del
cuerpo. Es
decir, la
palabra tiene
un impacto sobre
el cuerpo
del sujeto
sin mediación.
En
la Conferencia de Ginebra sobre el síntoma, Lacan
distingue la
nominación de
un objeto
exterior de
la nominación traumática que
apunta al
sujeto, en
el caso
del sujeto
autista, ese “tu” es mucho más amenazador que un “eso”.
“Esto me hace pensar en la práctica particular “entre varios” y la posición del parteneire o semblante.
Primero, por la distinción que ofrece Miller entre el Otro de la palabra y el Otro del lenguaje, con la
que se perfila una posición des de donde poder hablar y escuchar al niño autista; se trataría de una posición creada por otros imaginarios (los intervinientes) y del Otro simbólico (no conectado al goce.)[2] Segun V. Baio, deben ser “dóciles con el sujeto e intratables con el Otro”, un Otro que implique goce desbordado.
Segund, porque el partenaire del niño autista en la práctica entre varios debe cumplir unas condiciones, entre las cuales esta recurrir a otros parteneires a través de un juego permutativo y calculado (un eso, no un tu), que pone en movimiento una cadena de intereses y de deseos, con la finalidad de que el niño autista pueda captar el beneficio de cambiar el real por el semblante (pg. 94.
Di Ciaccia)”
Siguiendo con
la marca
de ese
acontecimiento originario y
traumático que
es la
inscripción del
baño de
lenguaje en
el cuerpo, Lacan
lo aproximará al
laleo del infans, llamándolo lalangue,
a la que también distinguirá como “estatuto nativo del sujeto.” Esta
proliferación “lalativa” consiste en
su reducción al
uno de
la letra
que se
repite.
Manifestaciones clínicas del uso del Uno.
Ahora
hablamos del fenómeno de
las “frases
espontáneas” que
el sujeto
autista pronuncia ex
abrupto cuando
acontece una
gran angustia. Por
ejemplo la
frase -”¡devuélveme mi
bola!”-
de Birger
Sellin. Segun
Lacan, estas
frases son
secuelas del
traumatismo que
el encuentro con
el Otro
del lenguaje producen sobre
el cuerpo, un
cuerpo convertido en
“hablaser (parletre)”
Estas
frases espontáneas no
son “mensajes interrumpidos” son
“holofrases radicales”.
Este
término, holofrase, recogido por
Sartre es
vinculado a
un espacio de
sentido más
amplio que
una palabra aislada: “allí donde la palabra aparece sola en el discurso, adquiere un carácter holofrástico...está integrada en un contexto como una forma secundaria a una forma principal.”
Para
Lacan: “hay frases, expresiones, que no se pueden descomponer, y que se relacionan con una situación tomada en su conjunto-son las holofrases.”
En el
seminario I “los escritos técnicos de Freud clase 18 dirá: “En los usos de
algunos pueblos- y no tendrían necesidad de ir
muy lejos para encontrar un uso habitual- hay
frases, expresiones que no pueden
descomponerse, y que se refieren a una situación
tomada en su conjunto: son las
holofrases. Hay quienes creen que en la
holofrase puede captarse un punto de unión entre el animal, quien circula sin
estructurar las situaciones, y el hombre que vive en un mundo simbólico.”
Una
“frase espontánea” debe
ser considerada como
una situación del cuerpo, tomada
en su
conjunto, en
las dimensiones real,
simbólica e
imaginaria. Así,
esa agitación del
cuerpo, le
sirve al
sujeto autista para
tratar su
relación con
el acontecimiento de
cuerpo; que
invadido por
un demasiado goce,
trata de
extraer algo.
Otro fenómeno del Uno de goce: Acallar el estrépito de la lengua
La
otra cara
de la
extracción, de
la emisión, es
el repliegue más
o menos
completo hacia
el interior de
un neo-borde que
rodea y
delimita el
cuerpo de
ciertos sujetos autistas. Se
trata ahora
de un
espacio articulado con la superficie del cuerpo, un
lugar para
transformar el
ruido fundamental de
la lengua
(que somete
al sujeto
sin el
significante.)
Aquí
me vuelvo
a referir al
seminario I
de Lacan
para contextualizar este
concepto de
neo-borde: “la holofrase no es intermediaria entre una asunción primitiva de la situación como total- que sería del registro de la acción animal- y la simbolización. Tampoco es váyase a saber qué adherencia primera de la situación en un modo verbal. Se trata por el contrario, de algo donde lo que es del registro de la composición simbólica es definido en el límite, en la periferia.”
Un
ejemplo es
la hipersensibilidad de
los sujetos autistas al
ruido. Según
Lacan esta
hipótesis se
puede formular como
una manifestación de
un demasiado; es
una sensibilidad al
“demasiado ruido”
de la
lengua, que
relacionada con
el “objeto
voz” produce un
fenómeno clínico característico: el
autista se
encuentra en
un espacio en
el que
no existen distancias.
El
ruido fundamental, es
decir, el
ruido de
la lengua, está
muy próximo al
cuerpo, y
no cesa,
ya que
los oídos
no se
cierran nunca.
¿Cómo
tratar este
fenómeno entonces?
Se
propone un
“cuerpo a
cuerpo previo.” En
el ejemplo se
habla de
un falso
agujero que
según la
última enseñanza de
Lacan se
trata de
fenómenos topológicos de
superficies. La
función del
agujero producido en
el cuerpo
del analista (en
el ejemplo) hace
de un
borde del
órgano.
El grito real-izado y el advenimiento de los significantes.
Como
desplazar el
límite del
borde autístico...
Cuando
el sujeto
autista extrae
uno u
otro estribillo del
discurso común,
como el
del ejemplo del
eslogan político “Puedo
prometer y
prometo” espetado por
un sujeto
autista como
un “acto
de lenguaje” para
hacer que
otros se
callaran... aísla al
mismo tiempo
funciones cruciales del
lenguaje y
proyecta fuera
de su
cuerpo un
grito real-izado.
Este
fenómeno puede
compararse con
el de
las frases
espontaneas holofrásticas; en
el sentido de
que ellas
también son
automutilaciones que
nos hacen
presente el
cuerpo que
se olvida
en el
decir.
Hablar, un acontecimiento del cuerpo.
Surgimiento de
un espacio de
tratamiento posible de
la lengua...
A
partir de
la propuesta de
inmersión entre
pares como
un taller
de cuentos, un
sujeto autista pudo
exclamar una
frase que
le permitió pasar
-en un
acontecimiento de
cuerpo- a
la introducción en
su cuerpo
de la
holofrase lobo
de mierda, sin
el terror
de serlo.
En
el seminario XI
Lacan explica al
respecto de
cómo el
significante toca
el cuerpo, al
respecto de
un efecto
psicosomático: ”cuando
no hay
intervalo entre
S1 Y
S2, cuando
la primera pareja
de significantes se
solidifica, se
holofrasea, tenemos el
modelo de
toda una
serie de
casos aunque, en
cada uno
de ellos,
el sujeto
no ocupa
el mismo
sitio.”
Aunque
también es
destacable hasta
qué punto
el silencio es
crucial en
el abordaje clínico de
sujetos autistas, silencio que
requiere ser
respetado.
Los
testimonios de
algunos sujetos autistas pueden
considerarse entonces como
un cálculo particular en
el que
la repetición de
las letras
o de
las formas
de acallar el
ruido de
la lengua
en tanto
no cesa
de producir equívocos, son
formas de
reducir los
equívocos al
silencio. Como
en el
ejemplo que
pone de
manifiesto la
literalidad de
la lengua
en el
sujeto autista de
la niña
que hace
equivalente el
nombre de
Reyes con
los “reyes
magos”,
equívoco que
tenía la
función precisamente de
verificar ningún
equívoco posible en
el plano
de la
referencia.
Como
lo dice
Lacan: “Lo
que se
dice a
partir del
inconsciente participa del
equívoco-que es
el principio del
chiste- equivalencia del
sentido y
del sentido. He
aquí en
nombre de
que he
creído poder
plantear que
el inconsciente estaba
estructurado como
un lenguaje.”
El
sujeto construye sus
modos de
tratamiento del
equívoco mediante un
modo de
cálculo discreto. Como
hemos visto
en los
diferentes ejemplos, estos
cálculos de
la lengua
se manifiestan como
completamente separados del
cuerpo. En que
no funcionan como
un delirio psicótico, sino
como Maleval llama
el “cuidado de
separar el
lenguaje de
la enunciación; la
no cesión
del goce
vocal tiene
como consecuencia modos
específicos de
arreglárselas con
el lenguaje.”
Vanessa Postigo Poveda
Abril de 2014
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